
Una de las lesiones más frecuentes durante el verano son las fracturas: el aumento de la práctica deportiva y de la actividad física en general, muchas veces sin la preparación adecuada, aumenta el riesgo de caídas o golpes, que pueden provocar diferentes tipos de lesiones, entre ellas la rotura de huesos y articulaciones.
Aunque es el traumatólogo quien debe valorar una fractura ósea y prescribir el tratamiento adecuado, la fisioterapia es muy necesaria para tratar las lesiones que hayan podido sufrir las partes blandas junto al hueso afectado, así como las complicaciones que puedan surgir (por ejemplo, una sobrecarga en la pierna izquierda si se nos ha roto un hueso de la derecha) o las que se derivan de tener un miembro inmovilizado durante un período más o menos largo de tiempo (atrofia muscular, rigidez articular o edema, entre otras).
Es muy frecuente que tras una fractura se produzcan hemorragias y edemas en el miembro afectado. Para ello un buen tratamiento de fisioterapia deberá favorecer el drenaje circulatorio estimulando el movimiento de la parte del cuerpo lesionada. Esto lo conseguimos, fundamentalmente, con masaje terapéutico y deportivo.
Pero, además, tener inmovilizado un brazo o una pierna durante un período de tiempo puede provocar cierta atrofia en el mismo, así como rigidez en las articulaciones. Para evitarlo también podemos recurrir al tratamiento con masaje terapéutico.
También hay que tener muy en cuenta las secuelas de las cicatrices: en ocasiones, una cicatriz que no hemos tratado a tiempo puede provocar una pérdida de movilidad en el miembro afectado, así como la atrofia de los músculos dañados. En la clínica Fidoos tratamos estas dolencias con punción seca, técnica en la que somos expertos y que asegura los mejores resultados en el menor tiempo posible.
Es muy importante que, si sufrís una fractura, acudáis al fisioterapeuta después de la inmovilización y una vez retirada la escayola, con la fractura ya curada y consolidada. Resulta fundamental que con un tratamiento de fisioterapia os aseguréis de que vuestro cuerpo no está compensando la falta de movilidad de un miembro con una sobrecarga de otro (por ejemplo, que una fractura de tobillo no provoca sobrecargas en la cadera o incluso dolor de espalda), porque, con el tiempo, pueden aparecer lesiones añadidas, más difíciles de diagnosticar y de recuperar.
En la imagen destacada, modelos de escayolas de última generación para inmovilización de fracturas.
AGO