
El masaje deportivo es un tratamiento de fisioterapia que todos aquellos que practican deporte (especialmente los profesionales, pero también aquellos que lo practican por afición) deben incluir a sus rutinas. Es cierto que muchos consideran que un fisioterapeuta es un lujo, que un masaje deportivo es un gasto innecesario, pero lo cierto es que se trata de una inversión y en este post os voy a contar por qué.
La práctica deportiva exige que nuestro cuerpo esté bien preparado, que tenga un buen tono muscular, y esto no solo se consigue entrenando, sino también cuidando nuestro cuerpo con una buena dieta y rutinas de recuperación que incluyen el masaje deportivo.
El masaje deportivo no es un masaje tradicional, sino que lo supera en profundidad e intensidad, porque va más allá de la relajación muscular y combina estiramientos, tonificaciones, compresiones y fricciones.
En primer lugar, el masaje deportivo permite reactivar la circulación sanguínea y evitar roturas y microrroturas musculares. También ayuda a eliminar toxinas y disminuye la fatiga de los músculos.
¿Cuándo recibir un masaje deportivo?
Lo ideal es acudir al fisioterapeuta para recibir un masaje deportivo antes y después de cada competición, además de realizar masajes de mantenimiento.
El masaje antes de la competición aumenta la circulación sanguínea y mejora la elasticidad de los músculos, de manera que el deportista optimiza su preparación para competir.
Una vez realizada la competición, es conveniente volver a acudir al fisioterapeuta (en las horas siguientes) para deshacernos de las contracturas y volver a reactivar la circulación sanguínea.
Por último, el masaje de mantenimiento debe realizarse cada dos semanas para tratar posibles contracturas, eliminar la fatiga de nuestros músculos y mantener un buen tono muscular. Vuestro fisioterapeuta deberá adaptar el tratamiento a las particularidades de vuestro estado físico y atender especialmente a las partes más frágiles o a las que os lesionáis con mayor frecuencia.
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