
La semana pasada os hablaba de la electroterapia y sus usos en tratamientos fisioterapéuticos y hoy quiero seguir profundizando en otro de los usos de la corriente eléctrica para curar: hablo de la electroestimulación.
Si bien la electroterapia se usa para conseguir calmar el dolor o mejorar la circulación (entre otros muchos usos), la electroestimulación (que forma parte también de la electroterapia) va más allá y lo que hace es estimular nervios o músculos. Esto es de gran utilidad cuando encontramos lesiones que han provocado una pérdida de musculatura (como, por ejemplo, las fracturas).
Hay dos grandes tipos de electroestimulación:
- Electroestimulación neuromuscular (EENM): se utiliza para estimular un nervio o un músculo con corrientes pulsadas.
- Electroestimulación funcional (FES): en este caso se aplica en patologías neurológicas, es decir, cuando está dañado un nervio pero no el músculo.
Ojo con confundir los TENS con los EMS: mientras que los TENS (de los que os hablaba en el post anterior) están orientados a calmar el dolor y tienen un efecto fundamentalmente analgésico, los EMS tonifican y potencian la musculatura, a la vez que estimulan las fibras nerviosas. Así, vuestro fisioterapeuta utilizará TENS, por ejemplo, cuando acudáis a la consulta con una lumbalgia, para calmar el dolor, pero empleará EMS si habéis perdido tono muscular en una pierna por haberla tenido inmovilizada debido a una fractura.
Es muy importante señalar que, aunque en Internet podéis encontrar numerosas páginas que venden aparatos de electroestimulación, SOLO UN FISIOTERAPEUTA TITULADO puede aplicar este tipo de técnicas de manera 100% segura.
Foto destacada: shutterstock
OCT