
«¿Fisioterapeuta? Eso es cosa de deportistas». Seguro que en muchas ocasiones habéis oído una frase parecida a esta. Y seguro que quienes acudís al fisioterapeuta con frecuencia pensáis: «Qué equivocados están». Por eso en este post voy a explicaros cuándo y por qué ir a la clínica de fisioterapia.
Antes de nada, quiero explicaros en qué consiste la fisioterapia y para ello nada mejor que acudir a la definición que da en su web el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid: «la fisioterapia es una disciplina de la salud que ofrece una alternativa terapéutica no farmacológica que, en muchos casos, ayuda a paliar los síntomas de múltiples dolencias, tanto agudas como crónicas. Frecuentemente se relaciona la fisioterapia o a los fisioterapeutas con el masaje, pero su arsenal de técnicas terapéuticas es mucho más amplio».
La mayor parte de las consultas que recibimos en la clínica Fidoos son de pacientes que sufren dolores de espalda (fundamentalmente cervicales y lumbares), así como esguinces o roturas. Sin embargo, en muchas ocasiones el paciente aguanta el dolor hasta que no puede más y es entonces cuando acude al fisioterapeuta, sin darse cuenta de que una visita a tiempo habría aliviado el dolor.
El tratamiento de fisioterapia se dirige a eliminar dolores musculares y óseos, pero al mismo tiempo genera una gran mejoría en dolencias de carácter neurológico y respiratorio. Por ejemplo, un intenso y constante dolor de cabeza puede tener su causa en una dolencia de cervicales, que puede ser curada con un buen tratamiento de fisioterapia.
Lo primero que hace un buen fisioterapeuta es quitar el dolor. Para ello en clínica Fidoos nos hemos especializado en punción seca, que, como os he venido contando en distintos post, es una técnica indolora que acorta al máximo los procesos de recuperación y permite deshacerse de las contracturas en una sola sesión, porque «deshace» el punto gatillo que las genera. Esta técnica la combinamos, según los casos, con otras como ondas de choque, vendaje kinesiotape, infrarrojos y, cómo no, el masaje manual o masoterapia. La elección de una u otra o, en su caso, la combinación de varias de ellas dependerá del caso en que nos encontremos.
Pero no solo debemos acudir al fisioterapeuta cuando no podamos movernos de dolor: si sabemos que sufrimos contracturas frecuentes, por ejemplo, en el trapecio, por las largas horas que pasamos sentados frente al ordenador, lo ideal es que una vez al mes o cada dos meses acudamos a la consulta de nuestro fisioterapeuta para que pueda tratarnos y evitar que la contractura se agrande y nos provoque dolor e inmovilidad.
En el caso de los deportistas, las visitas continuas son obligadas para conseguir una mayor elasticidad de los músculos, ayudar a reafirmar el tono muscular y contribuir al proceso de recuperación entre distintas competiciones.
Es muy conveniente acudir al fisioterapeuta desde niños: un buen profesional de la fisioterapia podrá hacernos un estudio muscular y corregir posturas que, repetidas, pueden provocarnos serios daños en nuestro cuerpo. Es el caso de la escoliosis: si se detecta a tiempo en la consulta de fisioterapia, puede evitarse que el niño tenga la espalda torcida y sufra dolores durante toda su vida.
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