
Por Sol García
El Camino de Santiago es una de las grandes aventuras que miles de personas emprenden cada año en época de vacaciones. Muchos son ya deportistas experimentados, otros no realizan demasiada actividad física en su día a día; no obstante, estén en el grupo que estén, a menudo recibo pacientes que traen en la mochila no solo una gran experiencia de vida sino también incómodas e inoportunas dolencias que pueden prevenirse.
Por eso quiero compartir en este post cinco recomendaciones para hacer el Camino de Santiago y volver tan sanos (o más) que el día que partimos.
1. PREPARACIÓN FÍSICA ANTES DE EMPEZAR EL CAMINO
La preparación física es uno de los aspectos más importantes para lograr que la peregrinación sea un éxito, no solo para tener la satisfacción de haberla podido finalizar, sino también para disfrutarla y, así, conseguir que se convierta, posiblemente, en una de las vivencias más gratificantes de nuestra vida. Una mala preparación, producto de la improvisación, puede obligarnos a abandonar o, lo que todavía es peor, puede convertir cada etapa en un calvario.
Sin duda, la mejor manera de prepararnos es andando en condiciones similares con las que nos encontraremos. Mi consejo: por ejemplo, cuatro meses antes de empezar el peregrinaje hacer excursiones por alguna zona de montaña que conozcamos bien, con el mismo calzado, indumentaria y mochila con que iniciaremos el Camino.
Nunca debemos llevar ni calzado ni mochila ni ropa nueva: siempre se tiene que andar con ella para saber si es la adecuada, tanto por posibles rozaduras como mal acople de la mochila. También debemos cargar la mochila con el peso aproximado que pensamos llevar.
Será conveniente realizar varias excursiones, a lo largo de las cuales iremos incrementando los kilómetros. Así, además de ponernos en forma, podremos determinar de qué forma reacciona nuestro cuerpo en estas circunstancias y también si el calzado es el adecuado, si el peso es excesivo, etc.
También es bueno ir a un fisioterapeuta para que nos dé masajes descontracturantes para estar preparados muscularmente.
2. LLEVAR UN CALZADO ADECUADO
Es muy recomendable aplicarse bastante vaselina en las botas y a la hora de ponernos los calcetines intentar no dejar arrugas para prevenir las ampollas. Cuando nos apretemos los cordones deberemos intentar no tirar demasiado y realizar un doble nudo, uno en la parte media de la bota y otro en la parte superior, para prevenir que el pie se nos desplace en las cuestas.
3. ANTES DE EMPEZAR A CAMINAR…
Antes de comenzar a caminar hay que hacer 5 minutos de calentamiento muscular de pies, piernas, brazos y espalda, comenzando con un ritmo normal y no rápido ni forzado.
Hay que entender que cada uno tiene su ritmo de caminata y no se debe forzar el ritmo personal ni ajustarlo al de otros o esperar a que otros se ajusten al ritmo propio: esto es muy relevante para poder caminar a gusto con uno mismo ante todo y no sufrir lesiones musculares, ya que el sobreesfuerzo puede provocar roturas fibrilares o fascitis plantar, lo que nos haría abandonar el camino.
Debemos tener en cuenta que los primeros días son los más delicados, porque suele ser normal padecer dolores musculares, especialmente en las piernas, espalda y hombros.
4. ¿CÓMO PREVENIR LUMBALGIAS?
Prevenir dolores lumbares depende en buena medida de la mochila. Debe contar con armazón, disponer de tiras y acolchados y ser ajustable a la cintura, por lo que es aconsejable asesorarse bien en una tienda especializada. Asimismo, debe quedar anatómicamente adaptada a la estatura y peso de cada uno y su distribución en apartamentos y bolsillos para repartir la carga es fundamental: lo más pesado debe ser colocado al fondo y pegado a la espalda, pero evitando poner objetos duros o angulosos en esta zona, y aquello que necesitamos con más urgencia, en los bolsillos más accesibles. Ante todo es necesario evitar llevar más de 10 kg, ya que el peregrino puede sufrir una lumbalgia en los primeros días.
5. DESPUÉS DE CADA ETAPA…
Las primeras horas en el albergue debemos dedicarlas a relajarnos después de un día duro y realizar estiramientos de piernas, brazos y espalda. El automasaje es los pies es muy gratificante y beneficioso.
¡Ah! Para concluir, os recomiendo que si sois peregrinos no podéis olvidar la concha de vieira sujeta a la mochila o colgada del cuello. ¡¡¡Buen viaje!!!
P. D.: Si necesitáis ayuda de un fisioterapeuta antes o después de vuestro peregrinaje, estamos a vuestra disposición en Fidoos (c/ Fantasía, 6 – local 3
Madrid 28018, tel: 917 850 757).
AGO
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Lucio, un placer compartir , esta semana otro post, muy relacionado con tu web ,espero que te guste.
Un saludo
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